Para Christian Bürkert, volar era la expresión de su fascinación por el funcionamiento perfecto de la tecnología en los límites de la física y, además, imprescindible para la creciente internacionalización de la empresa. La tarde del 21.10.1971 fue tormentosa. El vuelo en solitario cuidadosamente planificado de Christian Bürkert por el Atlántico Norte tuvo un final trágico. A poco menos de dos horas antes del aterrizaje, se pierde el contacto de radio y el avión desaparece repentinamente del radar. La búsqueda duró varios días y no dio resultado alguno. De este modo, Bürkert perdió de forma totalmente inesperada a su fundador e inspirador de ideas.
En aquel momento de mayor necesidad, su esposa, Dorothee Bürkert, se hizo cargo de la empresa, junto con Gerhard Hettinger, un hombre de confianza que llevaba muchos años en la empresa. Con el apoyo de los miembros de la familia y numerosos empleados capacitados y comprometidos continuó la obra de Christian Bürkert.
Incluso después de la muerte del fundador de la empresa, la humanidad y el aprecio a los trabajadores quedaban profundamente ancladas en la organización.